ago
16
2007

Caña y pana

Hay una verdad universal entre aquellas mujeres que circulan por la otra acera. Una verdad tan verdad como que el sol sale por el este y se pone por el otro lado, y es que a todas nos ha sucedido en algún momento de nuestra historia el sospechar (suponer, desear, intuir) que esa amiga tuya de toda la vida entiende bastante bien. Sí, sí, su forma de andar, esa falta de interés por el sexo más-culino, su forma de recogerse el pelo e incluso llegamos a sacar pruebas del nudo de sus zapatos (¡sí! ¿qué pasa? en serio que hasta en eso hay datos)

Pues esa amiga de la que siempre he sospechado ha salido del armario. ¡Toma! Y yo que pensaba que tenía el gay-radar atrofiado… ¡jeje, pues tenía razón! Y al principio estaba más contenta que un niño con un juguete nuevo. Me la llevaba de marcha, poníamos puntuación juntas… y era yo muy feliz siendo la profe de mi alumna más aplicada. Yo le enseñe el truco de los lavabos “lugar de encuentro”, el de “mujer con caña y pana, mujer lesbiana” y muchos más que no voy a desvelar porque ya he escarmentado. Y es que la muy puñetera ahora liga más que una servidora. Mi pequeño saltamontes me ha superado. Ha conseguido ligarse incluso a la Shane de mi bar. Y eso si que no se perdona, que era mi objetivo desde el colegio, coño.

El consejo para esta semana: Por muy amigas... de los trucos de magia sólo se enseña el resultado.

Cloe Pepper