may
17
2007

Canciones tristes

Hoy es el día internacional LGBT-fobia y no pienso celebrarlo. Os pido, por favor, que no me juzguéis, pero seria un acto de hipocresía por mi parte si lo hiciera. Me explicaré.

El sábado vi la última edición de Eurovisión con mi madre, como hago cada año. Es una especie de tradición en familiar entre las dos, vemos el festival entero y comentamos la ropa/actuación/canción de todos los participantes. Pero esta vez no la disfruté como las anteriores. “Alguien se ha dejado la puerta del armario abierta” sería un buen resumen del mal rato que pasé, y ni siquiera es mío, sino de una dicharachera periodista de tertulias que se burlaba del tema poco rato después de la fiesta.
Pude soportar meterme con la pluma de aquella especie de imitador de Queen, y las carcajadas provocadas por el Trevesti tampoco me importaron demasiado. Entonces llegó Servia, un país desconocido para mí hasta el momento. El ojo clínico de mi madre lo dejó claro: “cantante marimacho y coro-orgía de amantes tortilleras”. Ella se rió de su ocurrencia.
De golpe conocí la vergüenza y, peor todavía, la vergüenza de haber sentido vergüenza. Porque sí, me callé. Con todo el dolor de mi alma, pero lo hice. “¿Si ella no te entiende, quién va a hacerlo?” Me preguntaran algunas y algunos. Lo que vosotros no sabéis es que el día que nací mi madre parió gemelas; yo y mi miedo. ¿Cuál es el día para curarme de esta fobia?