Hoy me he dado cuenta de que a veces es más bonito ser una ingenua y creerte muchas de las cosas que te cuentan a lo largo de tu vida, que intentar descubrir la verdad de todo aquello que te explican.
No me ha pasado nada excesivamente grave como para cambiar mi visión de las cosas de un día para el otro, pero ha sido un pequeño ejemplo de como una tontería consigue jugar unos segundos con tu cabeza.
Hoy cenando con prisas, he abierto el periódico y como no me daba tiempo de disfrutarlo entero, he decidido escoger una página al azar.
Lo primero que he leído ha sido:
El mítico zapato perdido por la Cenicienta nunca fue de cristal, sino de cuero.
No me ha gustado.
Lo sé, lo sé, que más dará de que fuera el zapato de Cenicienta? Si al fin y al cabo toda la historia es un cuento sin sentido.
Realmente el príncipe necesitaba que todas las doncellas se probaran el dichoso zapato? Es que no recordaba su cara? Con sentido o sin, me guste o no y quiera o no quiera, inevitablemente siempre que piense en Cenicienta seguiré recordando que lo que ella perdió fue un zapato de cristal.
Y vosotras también.
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